En los últimos años, la mayoría de la ciudadanía
de nuestro país ha ido asumiendo el respeto a la diversidad afectiva y sexual
como algo consustancial a una sociedad democrática. Ese respeto tiene, sin
embargo, todavía importantes puntos negros. Por una parte, el acoso verbal y la
agresión física que se produce muy especialmente contra jóvenes lesbianas,
gays, bisexuales y transexuales en las calles o en lugares de ocio, a pesar de
las medidas adoptadas, con mayor o menor intensidad y eficacia, por las autoridades
políticas y los diversos cuerpos de seguridad. Todavía no hemos conseguido
erradicar esa violencia, protagonizada sobre todo por chicos muy jóvenes, que
seguramente han aprendido esa intolerancia hacia la diversidad en sus casas o
recibiendo los mensajes agresivos que aun persisten en los medios
audiovisuales.
El otro ámbito, muy relacionado con lo
anterior, es el acoso escolar. Es una realidad que a veces trasciende a los
medios de comunicación, cuando adquiere características gravísimas, como puede
ser palizas o agresiones muy violentas o el
suicidio de victimas de ese acoso. Combatir el acoso escolar hacia los
alumnas y alumnas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, requiere conocer
las causas, las formas, las dimensiones de esa realidad y por supuesto diseñar
pautas de actuación para el alumnado, el profesorado y el conjunto del personal
no docente y desde luego las familias de los y las acosadas y de los acosadores
y acosadoras.
COGAM (Colectivo de Gays de Madrid) lleva
mucho tiempo trabajando este tema impartiendo talleres en los centros
educativos de la Comunidad, y realizando estudios y encuestas. La última se
acaba de presentar hace unos días.
La encuesta se ha elaborado con 5.605
alumnos, 30 profesores y en 39 centros de enseñanza secundaria de la Comunidad
de Madrid. Aunque por las dimensiones de la misma se puede considerar muy
fiable, hay que tener presente que ha tenido lugar, en su mayoría, en centros
de titularidad publica y que de alguna manera han desarrollado actividades o
tienen actitudes de clara sensibilización frente al acoso por razones de diversidad
afectiva y sexual; por tanto, se puede pensar que la muestra podría estar algo
sesgada y que la realidad del conjunto de los centros educativos es mas
negativa.
El primer dato significativo es que un
11% del alumnado no se considera heterosexual, lo que supone que haya al menos
un alumno o alumna homosexual o bisexual por clase y de ese porcentaje, el 80%
mantienen su orientación en secreto.
Un tercio del alumnado considera que los
alumnos LGBT son abiertamente discriminados en las aulas y el 60% manifiesta
haber sido testigo de insultos homófobos y el 7% han presenciado agresiones físicas.
La amenaza a la agresión verbal o física es explícita, lo que genera el miedo y
el mantener en secreto la orientación no heterosexual. Un 15% del alumnado
considera que los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales no deben tener los
mismos derechos que los heterosexuales. Esta LGBTfobia es el caldo de cultivo
de las agresiones.
Este clima intolerante afecta a los
propios chicos y chicas LGBT, a su autoestima, de forma que un 35% piensan que
su orientación afectivo- sexual “no es normal”, que se puede modificar y
expresan su deseo de “entrar en la norma”.
El 49% del alumnado piensa que el
profesorado no actúa eficazmente ante la situaciones de acoso, lo que sin duda
refuerza la sensación de impunidad de las personas agresoras. Esta pasividad o
insuficiente implicación del profesorado, tiene bastante que ver con que una
parte no sabe qué hacer en estos casos y quienes intentan hacer algo encuentran
dificultades y problemas. No existen planes o protocolos de intervención para
que las instituciones educativas actúen en la prevención, detección precoz y
actuación rápida.
En lo que se refiere al apoyo familiar,
solo el 42% del alumnado LGBT considera que recibiría apoyo total en su casa si
revelasen su orientación, porcentaje que
coincide con la percepción del total del alumnado, de lo que se infiere que
esta situación la viven los y las menores en total soledad.
En relación con encuestas anteriores se
constata una evolución en positivo en bastantes de los ítems, desde opiniones y
actitudes del alumnado hasta actuaciones del profesorado, pero aun y así la situación
no deja de ser insoportable para las decenas de miles de menores que sufren
diariamente esta situación de acoso en los
centros escolares de nuestro país.
COGAM no solo pone de relieve esta
realidad, también propone medidas y pautas de actuación. En primer lugar en los
centros educativos, con especial incidencia en la formación del profesorado en Atención
a la Diversidad, con protocolos de actuación y con una actitud mucho mas activa
de las inspecciones educativas a la hora de evaluar los centros.
También se proponen una amplia gama de
medidas enmarcadas en un Plan estatal contra el acoso escolar, con especial atención
al acoso LGBTfóbico, que comprenda, además, actuaciones en los medios
audiovisuales, en el ámbito familiar, en las instituciones y servicios sociales
de apoyo a las familias, etc.
Simultáneamente, COGAM ha presentado el
primer estudio en España sobre “Ciberbullyng LGBT-fóbico”, también de gran
interés, sobre estas nuevas formas de acoso a través de las redes.
Erradicar el acoso escolar, es una condición inexcusable para la convivencia en los
centros educativos, para una formación del alumnado en valores democráticos y
de derechos humanos y una garantía para evitar el sufrimiento cotidiano y la marginación
de los menores LGBT. Además, evitar el acoso escolar es el mejor camino para
que los jóvenes de hoy sean mañana unos adultos que respeten plenamente la
diversidad afectivo- sexual.
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