Yo también he leído la novela “PATRIA”
de Fernando Aramburu. Me ha gustado y mucho.
Hasta ahora había seguido a Aramburu a través
de sus artículos en prensa y no siempre estaba de acuerdo con todo lo que decía.
Por ello cuando hace unos meses me regalaron el libro, me produjo cierta
suspicacia, recelo que se mantuvo en los primeros capítulos, que poco a poco
fue desapareciendo para engancharme hasta el final.
Me gustan las grandes novelas, como las
de Thomas Mann, Alfred Doblin, M. Lowry o las del siglo XIX. “Patria” es una de
esas grandes novelas, que describen de una manera formidable una sociedad y una
época; pero a la vez es mucho mas que un novelon, es una magnifica guía para
orientarse en la complejísima realidad del País Vasco de los últimos 50 años.
No voy a desvelar los personajes ni la evolución
de la trama, para quienes aun no la han leído. Una historia dramática, marcada
por el terrorismo, la violencia represiva, la marginación e incomunicación
social. Una novela por tanto que destila política por los cuatro costados y que
aunque la posición del autor sobre el terrible conflicto vivido en el País
Vasco, es meridianamente clara y no es por tanto neutral, sin embargo no
escatima durísimas escenas sobre la actuación de las Fuerzas de Orden Publico y
el Sistema Judicial. Y no era fácil caminar por el filo de una navaja tan
afilada, sin caer en un mero antiabertzalismo o en una identificación sin más
con las victimas del terrorismo.
Los personajes son complejos, con muchos
matices que van surgiendo a medida que avanza la novela y aunque en algún
momento puedan extremarse las tintas sobre los personajes abertzales, el
resultado final es realista y equilibrado, que no equidistante.
Aunque a cualquier persona interesada
por la política española y más en concreto del País Vasco le pueden sonar
muchas de las cosas que se describen en la novela, el panorama integrado
resulta de un dramatismo muy intenso. Sobre todo cuando la ruptura social se
produce en un entorno limitado, un pequeño pueblo de Guipuzcoa, y cuando además
afecta especialmente a dos familias que no estaban condicionadas por una
historia previa de nacionalismo y antinacionalismo. Dos familias trabajadoras, normales,
vecinas y amigas, sin pasado político, a las que el conflicto armado “les pílla
en medio” y les destroza las vidas, a cada una de una forma diferente,
generando un odio en algunos casos sincero y en otros forzado por las
circunstancias ambientales.
Pero la novela va mucho más allá del
marco político o de las consecuencias del terror y la violencia. Es una
descripción magnifica de la vida cotidiana en el ámbito rural del País Vasco
profundo. Hay un tratamiento tremendo del matriarcado, protagonista
omnipresente, siendo la mayoría de los personajes masculinos débiles, traumados, desorientados o huidizos, frente a unas mujeres, madres, esposas, hijas, hermanas, con una fuerza
arrolladora para lo bueno y lo malo. Un ámbito
rural con muy pocas perspectivas para los jóvenes, donde las relaciones
sexuales son muy problemáticas y la orientación homosexual tiene que permanecer
oculta, en el que la relación con la religión es peculiar, contradictoria e
incluso oportunista, según San Ignacio de Loyola conceda o no lo que se le
pide, manteniéndose en general un clima de conservadurismo social en las costumbres y formas de vida.
Y al final son las mujeres las que ante
el destrozo provocado o sufrido por los hombres, intentan buscar a tientas, de
la mejor posible, una salida al laberinto de miedo, vergüenza, venganza.
Es muy interesante el tratamiento de la
vida interna de los activistas de ETA, sus reflexiones internas, sus
reacciones, sus conflictos, sus dudas.
Mención especial merece la presencia del
párroco del pueblo, que en tan solo tres o cuatro escenas en un libro de casi
650 paginas, tiene un comportamiento inenarrable, tremendo, tan claro y cínico
que dan ganas de darle un tortazo.
El libro no esta escrito de forma
lineal, sino que avanza en diversas direcciones, siguiendo a los diferentes
personajes, lo que contribuye a enganchar más al lector. Un lenguaje moderno,
sencillo, de la calle, con giros y palabras euskaldunes, que hacen deliciosa la
lectura a pesar de la dureza de lo que se cuenta.
Es evidente que no es una novela global
del País Vasco ni del conjunto de la sociedad vasca. La realidad de Guipuzcoa
no es la misma que la de Vizcaya y no digamos de Álava. Por otra parte no
aparecen por ninguna parte otras posiciones como pueden ser los nacionalistas
burgueses y moderados del PNV ni tampoco hay rastro de los socialistas. Una
novela situada posiblemente en el Goyerri, en el corazón del abertzalismo, que
es una parte muy significativa del País Vasco pero ni la única ni la
mayoritaria.
Afortunadamente la novela, como la
propia realidad del País Vasco termina con una puerta abierta a la esperanza.
La única pega de esta gran novela, con
125 capítulos y 643 paginas, es que algunas tramas secundarias de la familia se
extienden en exceso y quizás con 75 o 100 paginas menos, hubiera sido más dinámica
y total, más redonda en definitiva. Pero es un tema menor, en una fantástica
novela, la mejor que he leído de literatura española contemporánea en muchos
años y que recomiendo ardientemente. Quien la lea disfrutara mucho y encima aprenderá
mucho.
En casi todo de acuerdo, cuando lees estás allí en persona no como lector, fantástico
ResponderEliminarEn efecto, la he leído y he disfrutado como lector y he aprendido como interesado en Euskadi o País Vasco, como gusten. No es lo mismo lo que se sabe (o se cree saber) desde Madrid, del conflicto vasco y sus desgarros, que vivirlo in situ. Y esto es lo que hace la gran novela de Aramburu, meterte de cabeza en un entorno rural abertzale, para mostrarte una realidad inaprensible desde la lejanía física de quienes siempre hemos vivido a muchos kilómetros de aquella tierra, y de la lejanía mental de ciudadanos de megametrópolis, de una de las culturas rurales más tradicionales y singulares de la geografía peninsular. Estoy muy de acuerdo con el Sr. Maravall. Se trata de una magnífica novela, con la que se disfruta y se aprende. A lo que añado que el comentario aquí expuesto es también excelente.
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