lunes, 28 de noviembre de 2016

Y EN ESO LLEGO FIDEL


Para los jóvenes de mi generación que queríamos cambiar España, y el mundo, la revolución castrista fue el gran referente y la gran esperanza. Fidel y el Che no tenían punto de comparación con Kruschev, Brezhnev, o los dirigentes de los países del Este, incluido Tito; (Mao-Tse-Tung y Ho-Chi-Minh, a pesar de su heroica trayectoria, nos pillaban muy lejos).

El castrismo, además, nos mandaba un mensaje muy claro: la revolución era posible. Para tantos y tantos que nos decían que en el mundo de la guerra fría no se podía mover ficha y te tenias que aguantar si vivías en el “bloque occidental”, la revolución cubana a 90 millas de Estados Unidos, había demostrado que el tablero sí se podía mover y de qué manera.

Las intervenciones de Fidel y el Che en la ONU, en las reuniones de la Tricontinental, enardecían nuestro espíritu. De Cuba empezaron a llegar muestras de una renovación cultural profunda, desde la revista “Casa de las Américas” fundada por la inolvidable Haydee Santamaría (que conseguíamos de tapadillo en algunas librerías), hasta el nuevo cine y la nueva trova. Los intelectuales y artistas progresistas de todo el mundo pasaron por Cuba y hablaban y no paraban de lo que allí estaba pasando.

Pero la revolución muy pronto se granjeó poderosos enemigos y muy en especial Estados Unidos, donde el gobierno de Kennedy sucumbió a las presiones del exilio de Miami y de la extrema derecha norteamericana.

La ofensiva contrarrevolucionaria que se movió en varios ámbitos, tuvo rápidamente efectos nefastos en la evolución de la propia revolución. Amenazado por Norteamérica, Fidel se apoyó en la Unión Soviética y en los estados del Pacto de Varsovia. Junto a la considerable ayuda económica, material, militar, tecnológica, en la isla desembarcaron centenares de asesores y consejeros soviéticos, que traían en su cabeza sus propias recetas de cómo consolidar la revolución.

Fidel no pudo o no supo evitar esa impregnación de modelo político, económico y cultural procedente del Este de Europa. A ello se sumó la salida masiva camino de Miami de cuadros y profesionales cubanos, de pequeños y medianos empresarios;  buena parte de las clases medias empezaron a dar la espalda y mostrar su hostilidad a la revolución. Algunos grupos políticos y sociales de la burguesía, que en sus inicios se habían sumado a la guerrilla castrista, abandonaron el apoyo. A Fidel solo le quedó la alianza con el Partido Socialista Popular (comunistas), que aunque muy al final se había sumado a la guerrilla, tenía un perfil bastante anquilosado.

El no haber podido o sabido evitar la perdida del apoyo de la mayoría de la clase media, fue muy negativo para la revolución, como años después lo sería para el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, que precipitó el golpe de Pinochet.

De esta manera la revolución cubana se vio emparedada entre dos bloqueos. El comercial, económico, turístico, financiero de los Estados Unidos y de otros países ferozmente anticomunistas y el bloqueo intelectual, cultural, político, ideológico del bloque soviético.

Miles de jóvenes cubanos fueron a estudiar a los países soviéticos y junto a los indudables conocimientos técnicos que recibieron, también se les adoctrinó en una visión burocrática y estalinista del socialismo.

Cada golpe contra la revolución, y fueron muchos en forma de ataques armados, acciones terroristas e intentos de asesinato del propio Fidel, tuvo como respuesta un cierre de filas. El socialismo que se quería construir en Cuba fue perdiendo su carácter innovador y adquiriendo tintes cada vez más cercanos a la burocratización de los países de la esfera soviética.

La nacionalización generalizada de la economía, iniciativas tan poco meditadas  como la “Zafra de los 10 millones” en 1970, dificultaron el crecimiento económico del país, que cada vez se encontraba mas subsidiado por sus aliados soviéticos y con mayor incapacidad para diversificar su economía.

Empezó el goteo de deserciones de antiguos dirigentes revolucionarios, de amigos y simpatizantes del mundo del arte y de la cultura. El propio Che se lanzó a llevar la revolución a otros países, incomodo con los derroteros que iban tomando las cosas en Cuba.

Fidel nos dio un fuerte disgusto a mucho de sus seguidores cuando en agosto de 1968 aceptó la intervención militar soviética que hundió la primavera de Praga. Ese remedo de socialismo impuesto a la fuerza en Checoslovaquia, no era el que al menos los jóvenes europeos queríamos.

A principios de los años 70 la izquierda nos dividimos en tres posiciones en relación a Cuba. Los incondicionales con la revolución, pasara lo que pasara; los que rompieron con ella, en algunos casos de manera aparatosa y como haciéndose perdonar su antiguo respaldo; y los que mantuvieron una solidaridad crítica. Fidel no llevó muy bien la actitud de esa izquierda solidaria pero crítica, como fue el caso de los propios comunistas españoles o italianos.

Cuba, a pesar de sus evidentes dificultades económicas, dio prioridad a la educación y a la sanidad y a la dignidad de la población mulata y negra, hasta entonces marginada. También, no lo olvidemos, a la solidaridad internacional con los países del Tercer Mundo. Médicos, profesores, enfermeras, ingenieros, militares, etc. pusieron sus conocimientos al servicio de los pueblos de África, Latinoamérica y Asia.

Pero el giro dado a la revolución cubana ya no se pudo corregir hasta muchos años después, con la caída del bloque soviético y la paulatina desaparición de su ayuda. Cambiar la dinámica de tres décadas no era tarea fácil y menos aun persistiendo el bloqueo y en el marco de una crisis económica internacional.

En los años 90, con los demócratas en la presidencia de Estados Unidos y los socialistas mayoritarios en casi todos los gobiernos de la Unión Europea, hubiera sido el momento de iniciar un profundo y sostenido cambio. Fidel no lo asumió, ni tampoco la dirección del Partido Comunista Cubano, aunque algunos lo propusieron más o menos abiertamente.

Fidel estuvo al frente del país casi 50 años, algo realmente difícil de aceptar desde una mentalidad de izquierdas y cuando enfermó, dejó el poder pero le pasó las riendas a su hermano, iniciativa también difícil de asumir.

El legado de Fidel esta repleto de claroscuros. No lo tuvo nada fácil. Estuvo en el ojo del huracán de la guerra fría. No se resignó a vivir como un acomodado abogado burgués; terminó con la corrupción institucionalizada de la dictadura de Batista y con la dominación de las mafias norteamericanas. Devolvió la esperanza a un continente de que era posible otro tipo de sociedad, incluso en el patio trasero de Norteamérica. Pero sus únicos e inevitables aliados le dieron el abrazo del oso y asfixiaron la revolución.


Es el pueblo cubano quien en definitiva tendrá que valorar todo lo que les aportó Fidel y todo lo que se frustró, por los condicionantes diversos,  a lo largo de sus casi seis décadas de presencia.  

miércoles, 23 de noviembre de 2016

MI TIO DARIO MARAVALL


En el largo pasillo de su casa tenía unas estanterías metálicas donde guardaba los libros que iba publicando. El que más me llamaba la atención era uno que se llamaba “Filosofía de las matemáticas”. No me entraba en mi cabeza que se pudiera escribir  sobre eso, precisamente las dos asignaturas que menos me gustaron en el bachillerato.

Así era mi tío Darío. Un ingeniero agrónomo humanista, que cualquier día te sorprendía con una cita de Stalin, de Trotski o de Mao-Tse-Tung. Que sabía miles de anécdotas de la historia, que contaba con un tono mezcla de socarrón y sabio.

Era risueño, simpático, charlatán y muy tragón. Como mi padre. Fumador de puros, como mi padre. Cuando a las nueve y media de la noche cada dos domingos, que venía a mi casa a merendar con la tía Lilis, mis padres nos dejaban entrar a los niños en el cuarto de estar, aquello parecía una taberna de un puerto irlandés. Una espesa nube de humo de cigarros puros lo cubría todo; no se cómo mi madre y mi tía soportaban a aquellos dos maridos fumadores de puros. Todo lo que sobraba de humo faltaba de aperitivos, se lo habían zampado todo o casi todo.

Darío tenía diez años menos que mi padre y también era más joven que su mujer, algo que a los niños nos sorprendía mucho. Se casó con la hermana de mi madre, a los pocos meses de lo que hubieran hecho mis padres. Mi padre se quejaba de que al ser el segundo Maravall ,y sobre todo el segundo valenciano, que entraba en la elegante familia santanderina de mis abuelos maternos, todo le había resultado más fácil. Mi abuela no le puso la proa de forma tan obstinada como lo hizo con el primero de la saga. Y así fuimos 9 primos que teníamos los mismos apellidos desde el principio al final. Dos chicos y siete chicas. Cuando comíamos en casa de mi abuela, el matriarcado era impresionante, en total eran cuatro hombres y trece mujeres. El tío Darío y mi padre lo llevaban razonablemente bien.

Como llevaron razonablemente bien ir haciéndose cada vez mas piadosos, ellos que procedían de una familia de derechas, pero liberales y algo librepensadores, a juzgar por los libros que había en la casa de mis abuelos paternos en Madrid y en Xativa. Pero pudieron más los esfuerzos incansables de sus dos devotas mujeres.   

Lo que no consiguieron fue que bailaran bien y eso que les gustaba mucho. En verano casi todas las noches se iban a bailar a la gran terraza del Hotel Bayren de Gandía. A los niños nos hacía mucha gracia verlos bailar, como si eso ya no fuera propio de personas que ya tenían ¡más de 40 años!

En cambio los maridos lograron que sus elegantes esposas se volvieran “mediterráneas” en la manera de vestir, abandonando las rígidas modas de dos jóvenes “topolinos” de la calle Serrano o de General Mola, que eran donde vivían de solteras.

Mi tío Darío y mi padre fueron muy comilones, aunque lo compensaban por ser tremendamente andarines. Ya de mayores controlaban todas las exposiciones de pintura y saraos culturales que se celebraban en Madrid y se presentaban al cocktail inaugural, poniéndose las botas y algo más. Como se guardaban en los bolsillos sándwiches y otros aperitivos, sus mujeres decidieron hacerles unos dobles bolsillos, para que al menos no trajeran manchados los pantalones.

Lo mejor de todo es que estaban enamoradísimos de sus mujeres. Y cuando llevaban encima una copita, empezaban a piropearlas cada vez más alto y con más desparpajo. Mi madre y mi tía Lilis se morían de vergüenza y supongo que de secreta ilusión.

Al tío Darío le gustaba hablar de política. Como a mi padre y al tío José Antonio, el hermano mayor. Recuerdo las enormes discusiones que se traían cuando quedaban en los años 60 y comentaban “lo mal que estaba la situación”, el eufemismo que utilizaban para referirse al régimen franquista.

En los ultimo años el tío Darío, que había sido crítico con que yo me “metiera en líos” cuando la dictadura, por los disgustos que podía dar a mis padres y las consecuencias que podía tener para mí, me hablaba con frecuencia de que él en la guerra había conocido en Xativa a muchos “comunistas buenos” que salvaron a mucha gente de derechas. Y remachaba la idea, insistiéndome que la La Pasionaria había ayudado a muchas monjas. Era emocionante y tierno en esa manera de decirme que a pesar de los pesares él distinguía entre comunistas y comunistas.

El tío Darío nunca se jubiló ni en la vida ni en el trabajo ni en la simpatía. Por eso vivió más de 93 años. Murió ayer. Con él termina en mi familia toda la generación de mis padres y sobre todo terminan unas personas irrepetibles, llenas de valores, capaces, como decía al principio, de escribir un libro sobre la filosofía de las matemáticas, ser un gran sabio y a la vez una persona sencilla y popular.

Te echaremos de menos tío Darío.   

viernes, 18 de noviembre de 2016

LAS POLITICAS DE TRUMP, SÍ SE PUEDEN PARAR


Ha pasado más de una semana desde la elección de Trump. En estos días han sido frecuentes los artículos de durísimas y merecidas criticas, de incredulidad, de lamentaciones,….etc. Ha llegado el momento de hacernos la pregunta ¿es posible parar a Trump? ¿Frenar sus previsiones de actuación? ¿Obligarle a olvidar su programa y que en todo caso su política afecte lo menos posible a la ciudadanía norteamericana y al conjunto de los pueblos del mundo?

No es una perspectiva fácil, ni rápida, pero puede llegar a ser real.

Ya las calles de Estados Unidos han protagonizado manifestaciones de protesta y también es alentador que los alcaldes de las más importantes ciudades hayan dicho que ellos no se van a prestar a operaciones contra la inmigración. Hasta equipos deportivos se han negado a alojarse en hoteles de Trump. Es un comienzo.

Es posible que el Partido Demócrata y las numerosas y diversas instituciones y organizaciones de derechos humanos norteamericanos empiecen a salir del k.o. en el que les ha sumido la victoria de Trump y a trazar una estrategia para bloquear en la calle y en las instituciones las propuestas de Trump, incluyendo la recuperación de la mayoría en el Congreso y en Senado dentro de dos años. Pero por supuesto la respuesta no puede ser solo del pueblo norteamericano, que no olvidemos esta profundamente fracturado.

La reacción frente a Trump tiene que basarse en trazar amplias, diversas y sólidas alianzas, que desde luego vayan mas allá del estricto ámbito de la izquierda. Es evidente que hay algunos aspectos que no van a hacer fácil ese camino: la escasa presencia activa de la ONU y de sus diversos organismos, la desaparición de hecho de la Internacional Socialista, la fragmentación de los movimientos ecologistas y de izquierdas alternativas, la crisis institucional de la Unión Europea, la caída de importantes gobiernos progresistas como el de Brasil, el ascenso de partidos de extrema derecha, o la tremenda inestabilidad en todo el norte de África y Oriente Medio. Aun y así, es posible ir articulando paulatinamente instrumentos de contención, respuesta y alternativa.

La Unión Europea, su Parlamento y la Comisión, tienen que ser conscientes de que solo una recuperación política y económica del proyecto de construcción de Europa puede hacer frente a las políticas de Trump. Si con la crisis económica, el ascenso de la extrema derecha, el brexit, el terrorismo yihadista y la avalancha de inmigrantes y refugiados, se han puesto de relieve las carencias de la Unión Europea, ahora es el momento de tomar medidas. Trump es un personaje que no atiende a razonamientos lógicos, pero sí a medidas de fuerza políticas y económicas. Y esa fuerza solo será real y efectiva si Europa habla con una sola voz, un solo proyecto y unos intereses comunes. Y la Unión Europea puede lograr apoyos de países democráticos que pueden ser claramente perjudicados por la política de Trump, como India, Brasil, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, México, Chile, Argentina o Colombia.

Reconstruir la Unión Europea, en mi opinión, exige un amplio pacto político de la izquierda alternativa, los verdes, la socialdemocracia, los partidos de centro democrático o de raíz democristiana. Con el apoyo desde fuera de los sindicatos, de las ONGs solidarias, de los empresarios no especulativos o corruptos. Basándonos en los elementos que permitieron el desarrollo de una Europa respetuosa de los derechos humanos, de las instituciones democráticas, de la paz, con políticas de bienestar social. Volver, en las nuevas circunstancias y en el ámbito europeo, al pacto entre las clases trabajadoras y el capital nacional, que permitió a partir de 1945 impulsar la mayor época de prosperidad, justicia social, paz y democracia en nuestros países.

Pero siendo imprescindible una reconstrucción de la Unión Europea, no es suficiente para contener a Trump. Es necesario el apoyo de las Iglesias. Hay una ocasión de oro con la presencia de Francisco al frente de la Iglesia Católica, con su apuesta por una moderada pero clara renovación, por una apuesta por los derechos sociales, por la ecología, por la dignidad de los pobres, emigrantes y refugiados. Con los condicionantes que supone su cargo, el Papa no es el Che Guevara ni siquiera un teólogo de la liberación, Francisco puede ser un freno a las políticas de Trump y un estimulo para los católicos norteamericanos. Y en otros planos quizás menos decisivos, pero no despreciables, están los representantes de las Iglesias protestantes, portavoces del islamismo moderado y no fundamentalista e incluso sectores progresistas judíos.

En tercer lugar el movimiento sindical internacional, a pesar de su compleja composición y funcionamiento y en definitiva su limitada capacidad de actuación, sin embargo tiene igualmente que volcarse en frenar las propuestas de agresión a los derechos sociales que propugna Trump y en especial contribuir a un rechazo de la clase trabajadora norteamericana a la demagogia de Trump. Es una gran ocasión para sacar de su relativo letargo a la Confederación Sindical Internacional.

En cuarto lugar ha llegado el momento de que los movimientos ecologistas y medioambientales superen sus divisiones, su a menudo inoperante apoliticismo, relancen los objetivos de conservación del planeta y se movilicen para defender los acuerdos de la Cumbre de Paris, tan duramente amenazados por Trump.

Las organizaciones feministas y las organizaciones de LGTBI, son conscientes de los retrocesos en derechos y libertades que puede suponer el gobierno de Trump. Pudieron sentirse insatisfechas en Estados Unidos y en el resto del mundo, por la tibieza de las propuestas de Hillary Clinton, pero eso es agua pasada, ahora hay que movilizarse y sumarse a los demás movimientos. Trump y su equipo querría devolvernos al siglo XIX, a la discriminación de la mujer, a la persecución de la población LGTBI y tenemos y podemos impedirlo.

Por su parte la socialdemocracia debe comprender que esta en juego su supervivencia. Los gobiernos de la Tatcher rompieron por la mitad las mejores tradiciones del laborismo, dieron paso al socialiberalismo de Blair y promovieron la decadencia de los partidos socialistas en Europa. Trump puede ser la puntilla para el socialismo democrático en todo el mundo. La Internacional Socialista tiene un enemigo de referencia, al que sí planta cara con decisión, puede ayudar a que levante cabeza.       

Por ultimo están los que podríamos identificar con el mundo de la ciencia, la cultura e incluso el deporte. Trump representa la vuelta al oscurantismo, a la vulgaridad, a la anticultura, basta con oírle un poco. Desde los estudios cinematográficos de Hollywood a los músicos de hiphop, desde Bruce Springsteen o Madonna, desde The Rolling Stones a Susan Sarandon….la critica inteligente, accesible, popular y el rechazo razonado de Trump debe llegar a las pantallas, a los escenarios, a los estadios, a las librerías y bibliotecas, a las giras y conciertos, a las redes sociales.


En definitiva somos una inmensa mayoría los que no queremos las políticas de Trump; se trata de ponernos en marcha, de confluir y al igual que hace ocho años se consiguió el SI SE PUEDE que llevo al primer presidente de color a la Casa Blanca, en los próximos tiempos debemos articular una gran alianza política y social que se marque como objetivo que SI SE PUEDEN PARAR LAS POLITICAS DE TRUMP. No es nada fácil, pero no hay otro camino. 

domingo, 13 de noviembre de 2016

SO LONG LEONARD COHEN


En septiembre de 1969, mi novia de aquel entonces Maye Llopart, que pasaba los veranos perfeccionando su francés en la ciudad de Tours, me trajo dos lps que le había pedido y que en el desierto musical de nuestro pais no tenian visos de ser publicados: el primer disco de LED ZEPPELIN y "Songs from a Room" el segundo lp de LEONARD COHEN, bien distintos pero ambos extraordinarios. Aun los conservo en bastante buen estado, aunque durante mucho tiempo los escuché una y otra vez. Cuarenta años después, en septiembre del 2009 asistí por segunda y ultima vez a un concierto de Cohen, sobre el que escribí un articulo para la pagina web "Caravaneros" y que hoy como modesto homenaje a Cohen, lo vuelvo a reproducir:

LEONARD COHEN: UN CONCIERTO PARA LA HISTORIA 12.9.2009

 En la vida puedes asistir a conciertos normales, buenos, estupendos y muy de vez en cuando a conciertos históricos. El que tuvo lugar el pasado sábado 12 de septiembre en Madrid con Leonard Cohen, sin ninguna exageración se puede considerar como de los históricos.

Es verdad que un músico como Cohen, con la cantidad de maravillosas canciones que ha compuesto, es muy difícil que defraude. Pero un artista tan consagrado, puede sentir la tentación de montar una buena gira, pero sin meterse en muchos berenjenales innovadores, (¿no es así Mike Jagger o Van Morrison?) ms aun si estas a punto de cumplir 75 años, como es el caso.

Tuve la ocasión de verle por primera vez, en el mismo Palacio de los Deportes, hace más de 25 años. Como diría un aficionado a los toros, fue una buena faena de aliño, de la que uno sale contento, pero que no resulta inolvidable.

Lo de anoche, fue otra cosa. Para empezar hay que resaltar que, a diferencia de Bob Dylan que en sus conciertos “deconstruye” sus canciones, hasta hacerlas irreconocibles, salvo por las letras, Cohen enriquece las versiones, dándolas una mayor brillantez musical, sacándolas matices maravillosos.

Claro que Leonard se acompaña de una banda sensacional, de la que yo destacaría 3 nombres. Javier Mas, español, un laudista y guitarrista fuera de serie, que nada tiene que envidiar a los grandes laudistas del norte de África, del Líbano, Siria, Turquía o Grecia y que con su maravilloso acompañamiento daba un tono profundamente mediterráneo a muchos de las canciones de Cohen. (Este es un músico al que habrá que seguir y que ya ha hecho entre otros, discos de música mudéjar). Dino Soldo con el acompañamiento de diversos instrumentos de viento, que a su vez introducía aromas de música klezmer. Rafael Gayol un batería “en su punto”, que es como deben ser los buenos baterías, marcando ritmo, dejándose oír con nitidez,  pero sin afán de protagonismo o apuballamiento y que me recordaba al gran Kenneth Buttrey de los grandes discos de Dylan.

Y tres magnificas voces femeninas, una en clave mas soulera y las otras dos en la mas pura esencia del folk tradicional anglosajón. Además un  buen guitarrista, un bajo excelente y un estupendo teclados. ¡Vaya banda! Y hay que decir que son tan buenos y dan tal nueva vida a las canciones, que Leonard los presentó dos veces, (algo inédito para mi) con unos comentarios que reflejaban su reconocimiento y agradecimiento, además hicieron algunos solos, que demostraban su categoría, pero sin ese exhibicionismo que a veces aburre en el caso de muchos instrumentistas cuando quieren hacernos ver lo buenos que son.

¿Y la voz de Cohen? Que queréis que os diga? Que esta mejor que nunca. Que en ningún momento sonaba a cansada, monótona u opaca. Todo lo contrario daba un nuevo brillo a sus interpretaciones.

El concierto, con 20 minutos de descanso, duró casi tres horas y media y pudimos escuchar casi todas sus mejores canciones de una larga carrera, ya que recorrió casi todos sus álbumes.

Para mi gusto la mejor interpretación fue “The partisan”, una de las grandes obras de su segundo lp, que fue una recreación espectacular y emocionante. Tambien hizo grandes interpretaciones de la maravillosas “Sisters of Mercy”, de “Lover, lover, lover”, de “Who by fire”, “So long Marianne”, “Suzanne”, “Everybody knows”, “Dance me to the end of love”, “Aint no cure for love”, “First we take Manhattam”…. Aunque también he de decir que la versión de “Bird on the wire”, no me entusiasmó. Hizo una larga versión, con dos partes, una mas potente instrumentalmente  y otra mas delicada y esta es una canción que solo necesita un sencillo arreglo y acompañamiento, o es que quizás uno tiene fijada y asociada a su vida, la versión original con la que Ángel Álvarez nos lo dio a conocer hace casi 40 años.

El público estaba entregado, sin estridencias pero entregado, yo creo que consciente de que estaba asistiendo un acontecimiento inolvidable. Y Leonard Cohen y el grupo estaban felices viendo la respuesta de los asistentes. Cohen salio ¡¡¡4 veces !!! a dar bises, con nada menos que 10 canciones más y su felicidad se reflejaba en los pases de baile y saltos que daba cada vez que abandonaba el escenario.

Todavía quedan dos conciertos en su gira por España: Barcelona y Bilbao. No creo que queden entradas, pero cualquier amante de nuestra música debería intentarlo y sino hacerse  con el dvd “Live in London 2009”, aunque no se yo si el gran calor del publico español es el mismo que el de los británicos.

En todo caso, y ya fuera del terreno de la música estricta, tras asistir a este inolvidable concierto, en el que Leonard empezaba y a veces continuaba sus canciones de rodillas en el suelo,  uno reflexiona sobre la capacidad de creación y recreación  que puede tener una persona, en este caso un músico, después de casi 50 años haciendo música y poesía, y que tira por la borda todas esas teorías del envejecimiento y de las jubilaciones y prejubilaciones.

A la entrada del concierto una chavala, con pinta de pinup, de unos quince años, me preguntó por quien actuaba. Le contesté que Leonard Cohen. No le sonaba de nada. Le di dos o tres datos y la edad y respondió sorprendida “ si mi abuelo tiene 56 años!!), como si me estuviera refiriendo a un dinosaurio. Ella y los que estaban con ella y sus botellones, se lo pierden o quizás algún día lo descubran sorprendidos por tanta belleza.


sábado, 5 de noviembre de 2016

OBAMA, HILLARY, TRUMP (y NOSOTROS)


Falta ya muy poco para que el pueblo norteamericano tome una decisión de gran trascendencia para ellos y también para nosotros.

Lo que estamos viviendo en las últimas semanas a mucha gente puede resultarle sorprendente: la posibilidad de que gane la presidencia de la primera potencia económica, política, cultural y militar del mundo un personaje como Trump. Al principio parecía una broma macabra, pero no lo es. Y eso que el Partido Republicano ha conseguido llegar a la presidencia de Estados Unidos con candidatos tan increíbles como Richard Nixon, Gerald Ford, los Bush o Ronald Reagan. Trump los deja muy atrás.

¿Cómo es posible?

La izquierda europea tendemos con demasiada frecuencia a demonizar sin más a todo lo que significa Norteamérica, de ahí a llegar a la conclusión de que es normal que un país así elija a Trump hay un paso.

Lo he escrito otras veces e insisto: la sociedad norteamericana es muy diversa y muy compleja. Norteamérica es Einstein, Pete Seeger, Chaplin, Faulkner, Bogart, Eleanor Roosevelt, Dylan, Dashiell Hammett y Lillian Hellman, Leonard Bernstein, Edward Hopper, Andy Warhol, Susan Sarandon, Billie Holiday, Joe Hill, Angela Davis, los “Diez de Hollywood” o la “Brigada Lincoln” y un larguísimo etc. que ocuparía paginas y paginas. Por cierto muchos de ellos de procedencia judía.

Como norteamericanos son los millones de personas que han luchado y luchan por los derechos civiles, contra la discriminación de los inmigrantes, la protección del medio ambiente o las sucesivas intervenciones militares de carácter imperialista o se movilizaron contra el nazismo. Un pais que ha tenido y tiene a miles de jóvenes realizando tareas solidarias y humanitarias por numerosos países del Tercer Mundo.

Una sociedad que ha sido capaz de acoger y de integrar (es cierto que con tensiones y evidentes problemas) a decenas y decenas de millones de extranjeros, irlandeses, italianos, irlandeses, polacos, chinos, latinoamericanos, judíos centroeuropeos…etc. Y que ha llevado a la presidencia de la republica a una personalidad como Barak Obama.

Y esta el “lado oscuro”, igualmente con un gran protagonismo y con fortísimas raíces, muchas de ellas ligadas a la dura y violenta historia de la configuración del estado norteamericano. Una sociedad en la que no olvidemos el canto al individualismo ha estado y esta siempre muy presente, ligado con frecuencia a una desconfianza hacia el papel de lo público y a la “autodefensa”. Y una sociedad en la que las religiones, varias de ellas de carácter muy sectario y ultraconservador, están profundamente arraigadas y ejercen una intensa influencia, no tanto en los poderes públicos (como puede suceder en otras latitudes) sino en la vida cotidiana de la gente y en su configuración ideológica y por tanto en su decisión de voto.

En esa sociedad tan dual, tan fracturada, tanta cabida tiene Obama como Trump.

La desgracia del Partido Demócrata es que no han logrado otra candidatura de la talla de Obama para frenar a Trump.

Hillary Clinton sin duda es un personaje de respetable fuerza y experiencia política, seguramente  mucho mas que su marido. Pero para la ciudadanía del “profundo sur”, representa a los sectores del Este,  urbanos, universitarios, cultos, feministas, algo elitistas, que pueden resultar y resultan altaneros para el común de muchas gentes trabajadoras, agricultores, pequeños comerciantes, etc. de escasa formación, con miedo a los cambios tecnológicos, con inseguridad ante la inmigración, con prejuicios religiosos ante las transformaciones sociales.

Si Hillary triunfa será un nuevo avance del “alma progresista” de Norteamérica; tras la minoría negra, la mayoría de mujeres.Tiene capacidad para ser una buena presidenta, en los márgenes y condiciones en los que naturalmente se mueve la política, interna y externa de Norteamérica. Es moderadamente progresista en materia de derechos civiles y sociales, no es militarista y por supuesto no desandará los cambios de Obama. Aunque desde luego no es de izquierdas.

Hay quien dice que la victoria de Trump no es tan alarmante, porque una vez en la Casa Blanca moderará sus ideas de extremismo fanático y el establishment le obligará a ser razonable. Mejor no arriesgarse a comprobar esa ingenua hipótesis.

Por ultimo una consideración sobre Obama. Hay quien creía que Obama era una especie de Che Guevara afroamericano y ahora se siente decepcionado. Obama ha sido el mejor presidente de Estados Unidos después de Franklin D. Roosevelt. La sociedad norteamericana  y nosotros, le recordaremos por las reformas que hizo, por las medidas de política internacional que impulsó y también por lo que impidió o por lo que no hizo (p.e. mas invasiones militares). Es cierto que no logró algunos de sus objetivos, entre los mas simbólicos el cierre de la cárcel de Guantánamo, pero tampoco podemos olvidar que tuvo en contra de manera activa al Congreso y al Senado y en la sociedad norteamericana, aunque nos resulte sorprendente, funciona relativamente bien la separación de poderes, que en este caso ha perjudicado notablemente a Obama.


Esperemos que triunfe el “lado bueno” de Norteamérica y el miércoles sea presidenta Hillary Clinton.