jueves, 31 de diciembre de 2015
martes, 29 de diciembre de 2015
domingo, 27 de diciembre de 2015
¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!!
Hola, amigos y amigas:
Este año entre los nervios antes y despues de las elecciones, mi operación de vesícula y el viaje a Asturias para estar con Juan y Ruben, no he tenido un momento para felicitar a tiempo y en condiciones las Navidades. Más vale tarde que nunca. La foto es de la mañana de Navidad, tras el forre de Nochebuena en casa de mis consuegros.
Voy a ir descargando en los próximos días hasta cinco vídeos de la maravillosa Judy Collins cantando canciones navideñas en 1996, cuando aun estaba en plenitud de facultades, que espero os gusten.
miércoles, 23 de diciembre de 2015
ESPAÑA SÍ ES GOBERNABLE
Hemos vivido muchos meses escuchando y
leyendo que la realidad de bipartidismo de hecho de nuestro país no
representaba bien la diversidad de la sociedad española. Ahora, cuando esa
pluralidad se expresa en las urnas, nos alarman con la “ingobernabilidad”. ¿En
qué quedamos?
La inmensa mayoría de las democracias
avanzadas tienen gobiernos plurales. ¿Qué cuesta formarlos? Es evidente, pero
no pasa nada. Recomiendo la visión de la serie danesa “Borgen” muy ilustrativa
al respecto. Pero más allá de ese alarmismo, conviene analizar con rigor los
resultados electorales.
Que tras una durísima legislatura, en la
que el gobierno del PP ha tomado severísimas medidas de recorte de derechos y
servicios públicos, en la que han estado salpicados un día sí y otro también de
escándalos de corrupción y que encima han presentado un candidato desgastado y algo
acartonado, hayan obtenido casi 7’5 millones de votos es un buen resultado para
ellos y un tremendo disgusto para los demás, sobre todo para quienes
confundiendo nuestros deseos con la realidad creíamos que 4 años de mareas,
movilizaciones, huelgas, concentraciones, etc. etc. desembocarían en una clara
derrota de la derecha y en una gran victoria progresista. No ha sido así.
Llevo años escribiendo que la derecha de
nuestro país tiene un suelo electoral muy sólido, como ha quedado en evidencia
en todas las elecciones democráticas desde 1931, con la excepción del tsunami
socialista de octubre de 1982. Razones económicas, ideológicas, culturales, de
tradición familiar, religiosas, etc. están detrás de ese voto fiel, pase lo que
pase. Es verdad que han perdido 2 millones y medio de votos, que han ido a
Ciudadanos, pero es que solo faltaba que hubieran vuelto a ganar por goleada
como en el 2011.
Hay otras razones a tener en cuenta en
ese suelo de hierro del PP. La crisis no ha perjudicado a toda la sociedad española, ni mucho menos.
Mas de 10 millones de personas adultas han estado al margen de la crisis o
afectados muy colateralmente, y una parte de ellas, no desdeñable, ha mejorado
posiciones. No hay más que darse una vuelta por los barrios centrales de
nuestras ciudades, por los niveles de consumo, de viajes, etc. Sí, mucha gente
no ha sido maltratada por el gobierno del PP y no se han sentido impulsados a
dejar de votarle.
La segunda razón tiene que ver con la
perdida de la hegemonía ideológica por parte de la izquierda. Daba pavor
escuchar hace unas semanas en el programa de Jordi Evole a trabajadores de la
antigua periferia roja de Madrid como justificaban las políticas de recortes
del PP, utilizando los mismos argumentos que Cristóbal Montoro. La mayoría
electoral del PP en numerosas ciudades dormitorio, con altos niveles de paro,
solo se explica por esa perdida de hegemonía de las ideas progresistas, algo
que ya sucedió en Francia, Inglaterra y otros países del centro y norte de
Europa, donde una parte de la clase obrera dejo de votar a la izquierda y se
pasó a la derecha o a la extrema derecha. Algo no habremos hecho bien.
La tercera razón es el error estratégico
de la campaña socialista, del “y tu mas”, aparcando la presentación y defensa
de propuestas alternativas. Tras el penoso espectáculo de Pedro Sánchez frente
a Rajoy, quedé convencido del batacazo que se iban a llevar los socialistas. Sánchez
ha perdido a las clases medias urbanas e
incluso parece que no se ha molestado en
llegar a ellas. Utilizando tics propios del más rancio “guerrismo”, ha querido
emular a Pablo Iglesias (el joven, claro), cuando tenía que haber emulado a
Willy Brandt o a Olof Palme. A las clases medias urbanas con ideas moderadas,
de centro, solo se les puede ganar con un discurso constructivo y razonado,
como en cierta forma ha hecho Albert Rivera. Sánchez ha hablado para los suyos,
para los convencidos, no para los que dudaban en votar al PSOE, a Ciudadanos o
quedarse en casa. No quiero decir con esto que el PSOE tenía que haberse
escorado más hacia el centro, sino, insisto, haber hecho otro tipo de campaña,
con un formato mucho más didáctico, civilizado y moderno.
Podemos, a pesar de algunas actitudes
prepotentes de Pablo Iglesias, ha hecho una buena campaña y ha tenido
espectaculares resultados, a pesar de que el gobierno y algunos medios de
comunicación, han pretendido camuflarla, repartiendo los escaños, votos y
porcentajes. Llama especialmente la atención el triunfo en solitario en el País
Vasco, donde ha barrido a Bildu y al PSOE y adelantado en votos al PNV (que en
todo caso ha tenido un buen resultado), demostrando que “hay vida” mas allá del
nacionalismo tradicional. El desastre de Bildu es para que abran un profundo
proceso de reflexión de a donde les lleva su inmovilismo político y su ambigua
posición frente a ETA.
Además Podemos, teniendo en contra el
sistema electoral, ha entrado en provincias donde jamás la izquierda alternativa
había tenido diputados, rompiendo en mil pedazos los techos del PCE y de IU,
demostrando que también “hay vida” en la izquierda transformadora y sobre todo
renovadora y con propuestas mínimamente creíbles.
Para Izquierda Unida, a pesar de los titánicos
esfuerzos de Garzón, que ha sufrido un vergonzoso ninguneo de la mayoría de los
medios de comunicación y ha realizado una campaña casi en clave personal con la
desaparición del resto de los dirigentes, sus bajísimos resultados en Andalucía,
Asturias, Comunidad Valenciana, etc. cuestionan la viabilidad eficaz de la
organización. Y dado que la supuesta renovación no ha dado frutos, tendrán que
pensar seriamente en su futuro.
Ciudadanos ha tenido un resultado más
que digno, pero muy lejos de lo que había llegado a soñar su máximo dirigente.
Pero se han puesto de manifiesto las contradicciones ideológicas y programáticas,
los vacíos y bisoñez que aun tienen sus equipos dirigentes y que no es nada fácil
repetir la odisea centrista de Adolfo Suárez en circunstancias muy distintas a
las actuales.
Y por ultimo merece la pena resaltar el nuevo desastre de Artur Mas, cuya
desmesurada y ciega ambición se puede interpretar con ese dicho “de derrota en derrota hasta la
victoria final”. Seria deseable que convergentes sensatos montaran una
conspiración y se libraran de un político iluminado que solo crea problemas por
todas partes, tomando buena nota de la actitud y resultados de Iñigo Urkullu en
el País Vasco.
Así las cosas, con un Congreso sin mayorías
y un Senado en manos del PP (lo cual dicho sea de paso es un serio obstáculo
para afrontar reformas legales de calado), los partidos tendrán que hilar muy
fino. Sin prisas, sin dejarse presionar por las Bolsas o las Agencias
internacionales. Siendo muy conscientes, como sabemos los viejos sindicalistas,
que negociar es un trabajo complejo, difícil, largo, con ordagos y envites, con
recovecos y sobre todo con cesiones, a veces con muy importantes cesiones. Aquí
nadie va a ganar por goleada.
Recomendaría a Pedro Sánchez, a Pablo
Iglesias y hasta a Albert Rivera, que tuvieran unas conversaciones con Ignacio Toxo y Candido
Méndez y que les contaran su larga
experiencia de negociaciones con duros ministros e intransigentes patronales.
En todo caso, calma, que mas vale echar
algo de tiempo en preparar un buen acuerdo de legislatura, que situarse en la
provisionalidad y en la inestabilidad.
jueves, 17 de diciembre de 2015
MI VOTO A PODEMOS
Desde
las primeras elecciones democráticas en junio de 1977 hasta ahora, el sentido
de mi voto ha ido siempre en la misma dirección. Primero al PCE y después a IU.
Solo ha habido tres excepciones: en 1986, estando expulsado del PCE, voté al
Partido de los Trabajadores, dirigido por Santiago Carrillo; en las autonómicas
de 1999 lo hice por la candidatura del PSOE encabezada por Cristina Almeida y
en la que figuraban algunos candidatos del partido Nueva Izquierda; y por fin
el pasado mayo he votado a Manuela Carmena para el Ayuntamiento de Madrid.
En
las elecciones generales de este 20 de diciembre, por primera vez en mi vida,
he dudado a fondo sobre mi voto y he cambiado la orientación del mismo. Por
supuesto que deseo que el PP deje el gobierno, ya sea como opción en solitario
o con el apoyo de Ciudadanos. Me gustaría que el próximo presidente del
gobierno fuera Pedro Sánchez, a pesar de las diferencias que mantengo, de la
penosa imagen que nos dio el pasado lunes en la pelea a dos con Rajoy y de las descalificaciones que ha venido haciendo
de Podemos y de Pablo Iglesias, llamándole “comunista”, como si esto fuera un
delito o restregando el apoyo tiempo atrás de gente de Podemos al gobierno
chavista de Venezuela.
Pero
sobre todo quiero un gobierno que haga una política progresista, que se atreva
a afrontar los profundos retos políticos, económicos y sociales que tiene por
delante nuestro país y que sea capaz de
resistir las fuertes presiones nacionales e internacionales que una política de
reformas progresistas arrostraría.
Por
ello mi voto consciente va a ser para PODEMOS.
Cualquiera
que haya leído mis artículos políticos en el último año y medio podrá
sorprenderse, aunque quizás no tanto. Efectivamente cuando surgió PODEMOS,
compartía muy pocas cosas con su entonces aun genérico programa. No estaba de
acuerdo con la descalificación generalizada de lo que consideraban la “casta
política” y mucho menos de la “casta sindical”. No estaba de acuerdo con la
negativa valoración de la transición política ni con el rechazo a la
Constitución de 1978. No estaba de acuerdo con algunas de sus propuestas
estrella, como p.e. la renta básica garantizada para todo el mundo, ni de otras
muchas iniciativas de su programa. Ni tampoco me satisfacían los métodos de
centralismo leninista con los que se comportaba la cúpula del partido.
He
seguido con absoluta atención la rápida e intensa evolución de PODEMOS en 18
meses. Hay quienes la han calificado de oportunista, de giro a la derecha, de
electoralista. Me da lo mismo. En un tiempo de profundos cambios el que
defienda la inmovilidad o peor aún la involución, está condenado a convertirse
en un fósil.
En
mi opinión el equipo de dirección de PODEMOS y de manera muy singular su
brillante dirigente Iñigo Errejon, ha ido concretando sus propuestas, revisando
a fondo las realizadas inicialmente, con la legitima pretensión de llegar a un
electorado que fuera más allá del 10%, (frontera que fue incapaz de atravesar
el PCE e IU), que les permita ser una fuerza determinante en las Cortes y en la
política española y no una aislada y pequeña referencia moral, muy digna pero
inservible en términos de realización de
cambios reales. Además creo que PODEMOS, sin reconocerlo expresamente, ha
aprendido y mucho de lo sucedido con el gobierno de Syriza en Grecia, algo que
otros no han hecho. Y algo muy importante, la dirección de PODEMOS se están
comportando como un equipo con vocación y voluntad de gobierno y no solo de dar
discursos o de adoptar posiciones de corrección política izquierdista.
Es
cierto que sigo sin compartir determinadas cuestiones de PODEMOS, como no
estuve de acuerdo con la sinuosa y prepotente actitud adoptada ante las
peticiones de IU de buscar fórmulas electorales unitarias. Pero ya lo he
escrito y lo repito, no es posible encontrar el mirlo blanco que se ajuste a lo
que uno piensa y considero que unos potentes resultados de este partido puede
ser la mejor garantía para una política progresista en España.
Y
al otro lado del espejo, hoy no me identifico con la deriva de IU, que tras
cuestionar su pasado y en especial las históricas aportaciones a la
construcción de la democracia en España, se ha transformado en un partido con
vocación aún más minoritaria de lo que siempre ha sido. No me reconozco en ese
discurso sectario con el PSOE, ese izquierdismo de propuestas
irrealizables (y lo saben) y en esa imagen absolutamente personalista de su
candidato que, más allá de la esforzadísima campaña que está realizando, en la
práctica ha oscurecido a toda una organización (ante la pasividad de sus
órganos de dirección, todo hay que decirlo).
En
cualquier caso espero que el conjunto de la izquierda logre unos resultados
suficientes para que puedan crear una alternativa de gobierno progresista, que
garantice un cambio profundo en nuestro país y una política solidaria en la
salida de la crisis. Estamos a tiempo de conseguirlo y ello requiere que tod@s
vayamos a votar el día 20, aunque tengamos nuestras dudas y desconfianzas.
lunes, 14 de diciembre de 2015
CONTRA EL CAMBIO CLIMATICO: TRAS EL ACUERDO DE PARIS, AHORA NOS TOCA A NOSOTR@S
Pocas veces se ha logrado un acuerdo
mundial tan amplio como el conseguido en Paris contra el cambio climático. Su
importancia no se basa solo en esa casi absoluta unanimidad internacional, sino
también en la superación de los precedentes fallidos, que hacían temer que la
Cumbre de Paris se quedaría en una mera declaración de buenas intenciones.
Es muy posible que a mucha gente les
parezca un Acuerdo limitado, insuficiente para los grandes y urgentes retos que
habría que abordar. Sin embargo poner de acuerdo en unos objetivos comunes básicos
a naciones con intereses tan contradictorios como China, Estados Unidos, los países
emergentes o en desarrollo del Tercer Mundo o la Unión Europea, ha sido una
tarea compleja y muy difícil, máxime si tenemos en cuenta que hasta hace muy
poco la mayoría de los gobiernos de los países mas contaminantes no tenían el
menor interés en avanzar en la lucha contra el cambio climático.
Por ello merece la pena resaltar el
papel de Barak Obama, que a pesar de tener una mayoría en el Congreso y en el Senado
hostil o desinteresada con el cambio climático, ha apostado de manera decidida
por el compromiso con la preservación del medio ambiente; demostrando, una vez
mas, la gran diferencia entre tener en la Casa Blanca a un presidente como él
en lugar de la dinastía Bush y de algunos timoratos demócratas como Clinton.
El Acuerdo de Paris tiene más valor si
cabe, dado el muy limitado nivel de movilización social que hay en el conjunto
de los estados del planeta. Los movimientos ecologistas, los partidos verdes,
organizaciones como Greenpeace, etc. son
lamentablemente una minoría, circunscrita casi a los estados del centro y norte
de Europa y poco más. En el Parlamento Europeo, los Verdes en su doble
composición más centrista y más progresista no llegan a 100 diputados de los
751.
El ejemplo de nuestro país es bien
elocuente. Tras 38 años de democracia, los Verdes no han tenido presencia en
las Cortes españolas, salvo de manera testimonial a través de “Iniciativa per
Catalunya-Verds” y “Compromis-Equo”. Es verdad que en España, al igual que en
otros muchos países, hoy día el conjunto de las fuerzas progresistas, incluidos
los sindicatos, han asumido muchos de los valores y objetivos ecologistas y de
defensa del medio ambiente, lo que quizás no convierta en una necesidad tan
perentoria la configuración de partidos verdes, como sucedió en el centro y
norte de Europa hace 3 o 4 décadas. También es cierto que en nuestro país la ciudadanía
poco a poco va interiorizando comportamientos cada mas respetuosos con
objetivos de preservación medio ambiental, pero aun y así la lucha contra el
cambio climático sigue siendo muy minoritaria entre nosotros, como quedó de
relieve en las manifestaciones, mas bien modestas, que recorrieron nuestras
ciudades hace unas semanas.
Los gobiernos han dado un paso muy
importante, aunque sujeto a interrogantes en la intensidad y velocidad de su
puntual cumplimiento. Ahora nos toca a tod@s nosotr@s movilizarnos en nuestros países
y a nivel internacional.
Hay serios riesgos de que las elecciones
en Estados Unidos o el perceptible giro a la derecha en países de Europa y no
digamos en America del Sur, unido a las presiones de los poderosos intereses
mercantiles de la industria contaminante, de las multinacionales del petróleo o
las proveedoras de la energía contaminante, consigan una ralentización del cumplimiento de
los Acuerdos de Paris.
Tendremos que apoyar a organizaciones
que trabajan incansablemente por la defensa del medio ambiente, como Greenpeace
y desde luego exigir al nuevo gobierno que salga de las urnas el 20-D, un plan
concreto y claro de cumplimiento del Acuerdo de Paris.
Insisto, ahora nos toca a tod@s nosotr@s
mantener viva y activa la lucha contra el cambio climático.
jueves, 3 de diciembre de 2015
LA LEGISLATURA DE "LOS REPARTOS"
Estamos ya en plena campaña electoral. Desde muchos ámbitos
se nos insiste en la importancia de las elecciones del 20-D. Es bien cierto y
la razón es muy evidente. En la próxima legislatura, dure lo que dure, se van a
tener que tomar decisiones claves para el futuro de nuestro país, y que yo resumiría
en que esta va a ser la legislatura de “los repartos”.
Estamos saliendo de la crisis en la que
se han tomando medidas que han alterado las bases de nuestro sistema económico,
social y fiscal. El modelo constitucional aprobado por una inmensísima mayoría en 1978 necesita reformas
y actualizaciones para adecuarlo a las nuevas realidades nacionales e
internacionales de hoy. Los cambios demográficos, los procesos migratorios,
hacia fuera y hacia dentro, requieren afrontar nuevos retos. Y los cambios tecnológicos,
los ya producidos, los inmediatos y los que vendrán próximamente, conllevan
nuevas formas de aprendizaje, de consumo, de relaciones, de comunicaciones, en
definitiva de hábitos de vida, que, entre otras cosas, exigen una adecuada
regulación.
Junto a esos profundos, diversos y
numerosos cambios, y muy vinculada con ellos, la otra característica de nuestra
sociedad postcrisis es el incremento de la desigualdad en cuestiones tan
diversas y fundamentales como la desigualdad en el trabajo, en la educación, en
la salud, en la vivienda; desigualdades en la renta, en los niveles de
vida, en los esfuerzos fiscales, en el acceso a las nuevas tecnologías;
desigualdades territoriales y entre el ámbito urbano y el rural; y por supuesto
la sempiterna desigualdad de hombres y mujeres.
Si vemos esa estrecha relación entre el
factor cambio y el factor desigualdad, se refuerza esa idea que antes señalaba
de la “legislatura de los repartos”.
El primer reparto tiene que ver con el
acceso y las condiciones de trabajo. Más y mejor empleo en un país con exceso
de jornadas sin fin (que dicho sea de
paso requeriría una intensa racionalización de los horarios de trabajo), con trabajos
precarios, sueldos elevadísimos y salarios de miseria. En el que derogar la
reforma laboral, recuperar el protagonismo de los convenios colectivos y
fortalecer el papel de los sindicatos son medidas imprescindibles.
El reparto de la educación, para que la
universalidad vaya aparejada a la calidad, desde los 0 años hasta la formación
profesional y universitaria, de forma que pueda alcanzarse el viejo objetivo socialdemócrata
de la igualdad de oportunidades, lo que requiere un mayor protagonismo y más
medios para la enseñanza pública y una renovación a fondo de los programas y
las metodologías educativas, profundizando y actualizando el camino iniciado
por la LOGSE.
El reparto territorial, que tiene varios
componentes, partiendo de una nueva redistribución de competencias y por tanto
de financiación entre las tres administraciones públicas. Ello exige un
reequilibrio que potencie las posibilidades de la administración local hoy
relegadas y maltratadas; una nueva vía de financiación autonómica, que conjugue
la solidaridad con el reconocimiento del principio de ordinalidad de la
contribución de ingresos de cada territorio. El objetivo es conseguir que
España este cohesionada socialmente y que la igualdad de derechos y deberes sea
real, se viva donde se viva.
Un mejor reparto de las cargas fiscales,
entre los diversos impuestos directos e indirectos, entre los impuestos al
trabajo y las cargas de las empresas, profesionales y autónomos; la recuperación
y mejor tratamiento de los impuestos al patrimonio y a los bienes de alto lujo;
la aplicación de impuestos ligados a las actividades contaminantes o de elevada
utilización de la energía. De forma que en base a una progresividad razonable,
se haga realidad el principio democrático que quien más tenga más contribuya,
sin caer en demagogias de tinte confiscatorio o que fomenten la deslocalización,
la fuga de capitales o la “compra” de actuaciones contaminantes.
El reparto de los apoyos a los sectores
productivos, priorizando las actividades con mas empleo estable, de calidad y
no deslocalizable, con mayor valor añadido, con más proyección de futuro, con mejor
capacidad competitiva y de exportación, con sostenibilidad energética; o el fomento del crecimiento del tamaño y
actividad de las pequeñas empresas. Todo ello requiere trazar una política
industrial a largo plazo, de la que hoy
carecemos, un papel impulsor de la iniciativa pública y dar clara prioridad a
la inversión en I+D+I. Es decir acabar, o al menos reducir sustancialmente, el
capitalismo de casino, de privilegios, de prácticas monopolistas, del fraude,
la economía irregular o la información privilegiada.
Un reparto generacional algo más
adecuado en las políticas sociales, hoy muy desequilibrado en las prestaciones
y servicios y por tanto gastos, hacia las personas mayores, en detrimento de
las políticas de apoyo a la infancia, a los jóvenes. El incremento y sobre todo
la optimización del gasto social en los próximos años deben contribuir a la recuperación
de la natalidad y de una mejor formación de los jóvenes. También el reparto más
equilibrado en el acceso a los servicios públicos y a las nuevas tecnologías de los casi 8 mil
pequeños municipios de nuestro país.
Por supuesto el nuevo gobierno tendrá
que influir activamente, con ideas claras, decisión y energía en el reparto de poder político, económico y
fiscal en el ámbito de la Unión Europea, en las reformas que se van a abordar
en los próximos años.
Y por ultimo, pero decisivo, avanzar más
y más deprisa en el reparto de los derechos y deberes de hombres y mujeres, en
la educación, en el empleo, en la prestación de cuidados y en las tareas
domesticas, en el acceso a las responsabilidades profesionales, empresariales y
políticas.
Ante este panorama, surge
inevitablemente la pregunta ¿Qué partido o coalición de partidos pueden
afrontar mejor y más de acuerdo con los intereses de la mayoría de la
población, estos decisivos retos de repartición de derechos y deberes? No soy
de los que creen que Ciudadanos es un peligro, prefiero mil veces ese centro
derecha al PP, pero no creo que su alianza, más o menos explicita, con el PP y
ni siquiera con el PSOE sea la solución. Necesitamos una coalición de la
izquierda, hoy tan fragmentada horizontal y verticalmente, con el PSOE, PODEMOS,
e IU.
A mí ya se me van aclarando algo más las
ideas. Es verdad que no hay “opciones mirlo blanco”, pero tampoco hay que ser
masoquistas y como hay que mojarse, ya diré antes de la jornada de reflexión a
quien voy a votar,
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