domingo, 27 de diciembre de 2015

JUDY COLLINS - "Silent Night" LIVE 1996

¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!!




Hola, amigos y amigas:

Este año entre los nervios antes y despues de las elecciones, mi operación de vesícula y el viaje a Asturias para estar con Juan y Ruben, no he tenido un momento para felicitar a tiempo y en condiciones las Navidades. Más vale tarde que nunca. La foto es de la mañana de Navidad, tras el forre de  Nochebuena en casa de mis consuegros. 


Voy a ir descargando en los próximos días hasta cinco vídeos de la maravillosa Judy Collins cantando canciones navideñas en 1996, cuando aun estaba en plenitud de facultades, que espero os gusten.


miércoles, 23 de diciembre de 2015

ESPAÑA SÍ ES GOBERNABLE


Hemos vivido muchos meses escuchando y leyendo que la realidad de bipartidismo de hecho de nuestro país no representaba bien la diversidad de la sociedad española. Ahora, cuando esa pluralidad se expresa en las urnas, nos alarman con la “ingobernabilidad”. ¿En qué quedamos?

La inmensa mayoría de las democracias avanzadas tienen gobiernos plurales. ¿Qué cuesta formarlos? Es evidente, pero no pasa nada. Recomiendo la visión de la serie danesa “Borgen” muy ilustrativa al respecto. Pero más allá de ese alarmismo, conviene analizar con rigor los resultados electorales.

Que tras una durísima legislatura, en la que el gobierno del PP ha tomado severísimas medidas de recorte de derechos y servicios públicos, en la que han estado salpicados un día sí y otro también de escándalos de corrupción y que encima han presentado un candidato desgastado y algo acartonado, hayan obtenido casi 7’5 millones de votos es un buen resultado para ellos y un tremendo disgusto para los demás, sobre todo para quienes confundiendo nuestros deseos con la realidad creíamos que 4 años de mareas, movilizaciones, huelgas, concentraciones, etc. etc. desembocarían en una clara derrota de la derecha y en una gran victoria progresista. No ha sido así.

Llevo años escribiendo que la derecha de nuestro país tiene un suelo electoral muy sólido, como ha quedado en evidencia en todas las elecciones democráticas desde 1931, con la excepción del tsunami socialista de octubre de 1982. Razones económicas, ideológicas, culturales, de tradición familiar, religiosas, etc. están detrás de ese voto fiel, pase lo que pase. Es verdad que han perdido 2 millones y medio de votos, que han ido a Ciudadanos, pero es que solo faltaba que hubieran vuelto a ganar por goleada como en el 2011.

Hay otras razones a tener en cuenta en ese suelo de hierro del PP. La crisis no ha perjudicado  a toda la sociedad española, ni mucho menos. Mas de 10 millones de personas adultas han estado al margen de la crisis o afectados muy colateralmente, y una parte de ellas, no desdeñable, ha mejorado posiciones. No hay más que darse una vuelta por los barrios centrales de nuestras ciudades, por los niveles de consumo, de viajes, etc. Sí, mucha gente no ha sido maltratada por el gobierno del PP y no se han sentido impulsados a dejar de votarle.

La segunda razón tiene que ver con la perdida de la hegemonía ideológica por parte de la izquierda. Daba pavor escuchar hace unas semanas en el programa de Jordi Evole a trabajadores de la antigua periferia roja de Madrid como justificaban las políticas de recortes del PP, utilizando los mismos argumentos que Cristóbal Montoro. La mayoría electoral del PP en numerosas ciudades dormitorio, con altos niveles de paro, solo se explica por esa perdida de hegemonía de las ideas progresistas, algo que ya sucedió en Francia, Inglaterra y otros países del centro y norte de Europa, donde una parte de la clase obrera dejo de votar a la izquierda y se pasó a la derecha o a la extrema derecha. Algo no habremos hecho bien.

La tercera razón es el error estratégico de la campaña socialista, del “y tu mas”, aparcando la presentación y defensa de propuestas alternativas. Tras el penoso espectáculo de Pedro Sánchez frente a Rajoy, quedé convencido del batacazo que se iban a llevar los socialistas. Sánchez ha perdido a las clases medias urbanas  e incluso parece que  no se ha molestado en llegar a ellas. Utilizando tics propios del más rancio “guerrismo”, ha querido emular a Pablo Iglesias (el joven, claro), cuando tenía que haber emulado a Willy Brandt o a Olof Palme. A las clases medias urbanas con ideas moderadas, de centro, solo se les puede ganar con un discurso constructivo y razonado, como en cierta forma ha hecho Albert Rivera. Sánchez ha hablado para los suyos, para los convencidos, no para los que dudaban en votar al PSOE, a Ciudadanos o quedarse en casa. No quiero decir con esto que el PSOE tenía que haberse escorado más hacia el centro, sino, insisto, haber hecho otro tipo de campaña, con un formato mucho más didáctico, civilizado y moderno.

Podemos, a pesar de algunas actitudes prepotentes de Pablo Iglesias, ha hecho una buena campaña y ha tenido espectaculares resultados, a pesar de que el gobierno y algunos medios de comunicación, han pretendido camuflarla, repartiendo los escaños, votos y porcentajes. Llama especialmente la atención el triunfo en solitario en el País Vasco, donde ha barrido a Bildu y al PSOE y adelantado en votos al PNV (que en todo caso ha tenido un buen resultado), demostrando que “hay vida” mas allá del nacionalismo tradicional. El desastre de Bildu es para que abran un profundo proceso de reflexión de a donde les lleva su inmovilismo político y su ambigua posición frente a ETA.

Además Podemos, teniendo en contra el sistema electoral, ha entrado en provincias donde jamás la izquierda alternativa había tenido diputados, rompiendo en mil pedazos los techos del PCE y de IU, demostrando que también “hay vida” en la izquierda transformadora y sobre todo renovadora  y con propuestas mínimamente creíbles.

Para Izquierda Unida, a pesar de los titánicos esfuerzos de Garzón, que ha sufrido un vergonzoso ninguneo de la mayoría de los medios de comunicación y ha realizado una campaña casi en clave personal con la desaparición del resto de los dirigentes, sus bajísimos resultados en Andalucía, Asturias, Comunidad Valenciana, etc. cuestionan la viabilidad eficaz de la organización. Y dado que la supuesta renovación no ha dado frutos, tendrán que pensar seriamente en su futuro.

Ciudadanos ha tenido un resultado más que digno, pero muy lejos de lo que había llegado a soñar su máximo dirigente. Pero se han puesto de manifiesto las contradicciones ideológicas y programáticas, los vacíos y bisoñez que aun tienen sus equipos dirigentes y que no es nada fácil repetir la odisea centrista de Adolfo Suárez en circunstancias muy distintas a las actuales.

Y por ultimo merece la pena resaltar  el nuevo desastre de Artur Mas, cuya desmesurada y ciega ambición se puede interpretar con ese  dicho “de derrota en derrota hasta la victoria final”. Seria deseable que convergentes sensatos montaran una conspiración y se libraran de un político iluminado que solo crea problemas por todas partes, tomando buena nota de la actitud y resultados de Iñigo Urkullu en el País Vasco.

Así las cosas, con un Congreso sin mayorías y un Senado en manos del PP (lo cual dicho sea de paso es un serio obstáculo para afrontar reformas legales de calado), los partidos tendrán que hilar muy fino. Sin prisas, sin dejarse presionar por las Bolsas o las Agencias internacionales. Siendo muy conscientes, como sabemos los viejos sindicalistas, que negociar es un trabajo complejo, difícil, largo, con ordagos y envites, con recovecos y sobre todo con cesiones, a veces con muy importantes cesiones. Aquí nadie va a ganar por goleada.

Recomendaría a Pedro Sánchez, a Pablo Iglesias y hasta a Albert Rivera, que tuvieran  unas conversaciones con Ignacio Toxo y Candido Méndez  y que les contaran su larga experiencia de negociaciones con duros ministros e intransigentes patronales.


En todo caso, calma, que mas vale echar algo de tiempo en preparar un buen acuerdo de legislatura, que situarse en la provisionalidad y en la inestabilidad.

jueves, 17 de diciembre de 2015

MI VOTO A PODEMOS


Desde las primeras elecciones democráticas en junio de 1977 hasta ahora, el sentido de mi voto ha ido siempre en la misma dirección. Primero al PCE y después a IU. Solo ha habido tres excepciones: en 1986, estando expulsado del PCE, voté al Partido de los Trabajadores, dirigido por Santiago Carrillo; en las autonómicas de 1999 lo hice por la candidatura del PSOE encabezada por Cristina Almeida y en la que figuraban algunos candidatos del partido Nueva Izquierda; y por fin el pasado mayo he votado a Manuela Carmena para el Ayuntamiento de Madrid.

En las elecciones generales de este 20 de diciembre, por primera vez en mi vida, he dudado a fondo sobre mi voto y he cambiado la orientación del mismo. Por supuesto que deseo que el PP deje el gobierno, ya sea como opción en solitario o con el apoyo de Ciudadanos. Me gustaría que el próximo presidente del gobierno fuera Pedro Sánchez, a pesar de las diferencias que mantengo, de la penosa imagen que nos dio el pasado lunes en la pelea a dos con Rajoy y de  las descalificaciones que ha venido haciendo de Podemos y de Pablo Iglesias, llamándole “comunista”, como si esto fuera un delito o restregando el apoyo tiempo atrás de gente de Podemos al gobierno chavista de Venezuela.

Pero sobre todo quiero un gobierno que haga una política progresista, que se atreva a afrontar los profundos retos políticos, económicos y sociales que tiene por delante nuestro país y  que sea capaz de resistir las fuertes presiones nacionales e internacionales que una política de reformas progresistas arrostraría.

Por ello mi voto consciente va a ser para PODEMOS.

Cualquiera que haya leído mis artículos políticos en el último año y medio podrá sorprenderse, aunque quizás no tanto. Efectivamente cuando surgió PODEMOS, compartía muy pocas cosas con su entonces aun genérico programa. No estaba de acuerdo con la descalificación generalizada de lo que consideraban la “casta política” y mucho menos de la “casta sindical”. No estaba de acuerdo con la negativa valoración de la transición política ni con el rechazo a la Constitución de 1978. No estaba de acuerdo con algunas de sus propuestas estrella, como p.e. la renta básica garantizada para todo el mundo, ni de otras muchas iniciativas de su programa. Ni tampoco me satisfacían los métodos de centralismo leninista con los que se comportaba la cúpula del partido.

He seguido con absoluta atención la rápida e intensa evolución de PODEMOS en 18 meses. Hay quienes la han calificado de oportunista, de giro a la derecha, de electoralista. Me da lo mismo. En un tiempo de profundos cambios el que defienda la inmovilidad o peor aún la involución, está condenado a convertirse en un fósil.

En mi opinión el equipo de dirección de PODEMOS y de manera muy singular su brillante dirigente Iñigo Errejon, ha ido concretando sus propuestas, revisando a fondo las realizadas inicialmente, con la legitima pretensión de llegar a un electorado que fuera más allá del 10%, (frontera que fue incapaz de atravesar el PCE e IU), que les permita ser una fuerza determinante en las Cortes y en la política española y no una aislada y pequeña referencia moral, muy digna pero inservible en  términos de realización de cambios reales. Además creo que PODEMOS, sin reconocerlo expresamente, ha aprendido y mucho de lo sucedido con el gobierno de Syriza en Grecia, algo que otros no han hecho. Y algo muy importante, la dirección de PODEMOS se están comportando como un equipo con vocación y voluntad de gobierno y no solo de dar discursos o de adoptar posiciones de corrección política izquierdista.

Es cierto que sigo sin compartir determinadas cuestiones de PODEMOS, como no estuve de acuerdo con la sinuosa y prepotente actitud adoptada ante las peticiones de IU de buscar fórmulas electorales unitarias. Pero ya lo he escrito y lo repito, no es posible encontrar el mirlo blanco que se ajuste a lo que uno piensa y considero que unos potentes resultados de este partido puede ser la mejor garantía para una política progresista en España.

Y al otro lado del espejo, hoy no me identifico con la deriva de IU, que tras cuestionar su pasado y en especial las históricas aportaciones a la construcción de la democracia en España, se ha transformado en un partido con vocación aún más minoritaria de lo que siempre ha sido. No me reconozco en ese discurso sectario con el PSOE, ese izquierdismo de propuestas irrealizables (y lo saben) y en esa imagen absolutamente personalista de su candidato que, más allá de la esforzadísima campaña que está realizando, en la práctica ha oscurecido a toda una organización (ante la pasividad de sus órganos de dirección, todo hay que decirlo).

En cualquier caso espero que el conjunto de la izquierda logre unos resultados suficientes para que puedan crear una alternativa de gobierno progresista, que garantice un cambio profundo en nuestro país y una política solidaria en la salida de la crisis. Estamos a tiempo de conseguirlo y ello requiere que tod@s vayamos a votar el día 20, aunque tengamos nuestras dudas y desconfianzas.


    

lunes, 14 de diciembre de 2015

CONTRA EL CAMBIO CLIMATICO: TRAS EL ACUERDO DE PARIS, AHORA NOS TOCA A NOSOTR@S


Pocas veces se ha logrado un acuerdo mundial tan amplio como el conseguido en Paris contra el cambio climático. Su importancia no se basa solo en esa casi absoluta unanimidad internacional, sino también en la superación de los precedentes fallidos, que hacían temer que la Cumbre de Paris se quedaría en una mera declaración de buenas intenciones.

Es muy posible que a mucha gente les parezca un Acuerdo limitado, insuficiente para los grandes y urgentes retos que habría que abordar. Sin embargo poner de acuerdo en unos objetivos comunes básicos a naciones con intereses tan contradictorios como China, Estados Unidos, los países emergentes o en desarrollo del Tercer Mundo o la Unión Europea, ha sido una tarea compleja y muy difícil, máxime si tenemos en cuenta que hasta hace muy poco la mayoría de los gobiernos de los países mas contaminantes no tenían el menor interés en avanzar en la lucha contra el cambio climático.

Por ello merece la pena resaltar el papel de Barak Obama, que a pesar de tener una mayoría en el Congreso y en el Senado hostil o desinteresada con el cambio climático, ha apostado de manera decidida por el compromiso con la preservación del medio ambiente; demostrando, una vez mas, la gran diferencia entre tener en la Casa Blanca a un presidente como él en lugar de la dinastía Bush y de algunos timoratos demócratas como Clinton.

El Acuerdo de Paris tiene más valor si cabe, dado el muy limitado nivel de movilización social que hay en el conjunto de los estados del planeta. Los movimientos ecologistas, los partidos verdes, organizaciones como Greenpeace, etc.  son lamentablemente una minoría, circunscrita casi a los estados del centro y norte de Europa y poco más. En el Parlamento Europeo, los Verdes en su doble composición más centrista y más progresista no llegan a 100 diputados de los 751.

El ejemplo de nuestro país es bien elocuente. Tras 38 años de democracia, los Verdes no han tenido presencia en las Cortes españolas, salvo de manera testimonial a través de “Iniciativa per Catalunya-Verds” y “Compromis-Equo”. Es verdad que en España, al igual que en otros muchos países, hoy día el conjunto de las fuerzas progresistas, incluidos los sindicatos, han asumido muchos de los valores y objetivos ecologistas y de defensa del medio ambiente, lo que quizás no convierta en una necesidad tan perentoria la configuración de partidos verdes, como sucedió en el centro y norte de Europa hace 3 o 4 décadas. También es cierto que en nuestro país la ciudadanía poco a poco va interiorizando comportamientos cada mas respetuosos con objetivos de preservación medio ambiental, pero aun y así la lucha contra el cambio climático sigue siendo muy minoritaria entre nosotros, como quedó de relieve en las manifestaciones, mas bien modestas, que recorrieron nuestras ciudades hace unas semanas.

Los gobiernos han dado un paso muy importante, aunque sujeto a interrogantes en la intensidad y velocidad de su puntual cumplimiento. Ahora nos toca a tod@s nosotr@s movilizarnos en nuestros países y a nivel internacional.

Hay serios riesgos de que las elecciones en Estados Unidos o el perceptible giro a la derecha en países de Europa y no digamos en America del Sur, unido a las presiones de los poderosos intereses mercantiles de la industria contaminante, de las multinacionales del petróleo o las proveedoras de la energía contaminante,  consigan una ralentización del cumplimiento de los Acuerdos de Paris.

Tendremos que apoyar a organizaciones que trabajan incansablemente por la defensa del medio ambiente, como Greenpeace y desde luego exigir al nuevo gobierno que salga de las urnas el 20-D, un plan concreto y claro de cumplimiento del Acuerdo de Paris.


Insisto, ahora nos toca a tod@s nosotr@s mantener viva y activa la lucha contra el cambio climático.

jueves, 3 de diciembre de 2015

LA LEGISLATURA DE "LOS REPARTOS"


Estamos ya en plena campaña electoral. Desde muchos ámbitos se nos insiste en la importancia de las elecciones del 20-D. Es bien cierto y la razón es muy evidente. En la próxima legislatura, dure lo que dure, se van a tener que tomar decisiones claves para el futuro de nuestro país, y que yo resumiría en que esta va a ser la legislatura de “los repartos”.

Estamos saliendo de la crisis en la que se han tomando medidas que han alterado las bases de nuestro sistema económico, social y fiscal. El modelo constitucional aprobado por una  inmensísima mayoría en 1978 necesita reformas y actualizaciones para adecuarlo a las nuevas realidades nacionales e internacionales de hoy. Los cambios demográficos, los procesos migratorios, hacia fuera y hacia dentro, requieren afrontar nuevos retos. Y los cambios tecnológicos, los ya producidos, los inmediatos y los que vendrán próximamente, conllevan nuevas formas de aprendizaje, de consumo, de relaciones, de comunicaciones, en definitiva de hábitos de vida, que, entre otras cosas, exigen una adecuada regulación.

Junto a esos profundos, diversos y numerosos cambios, y muy vinculada con ellos, la otra característica de nuestra sociedad postcrisis es el incremento de la desigualdad en cuestiones tan diversas y fundamentales como la desigualdad en el trabajo, en la educación, en la salud, en la  vivienda;  desigualdades en la renta, en los niveles de vida, en los esfuerzos fiscales, en el acceso a las nuevas tecnologías; desigualdades territoriales y entre el ámbito urbano y el rural; y por supuesto la sempiterna desigualdad de hombres y mujeres.

Si vemos esa estrecha relación entre el factor cambio y el factor desigualdad, se refuerza esa idea que antes señalaba de la “legislatura de los repartos”.

El primer reparto tiene que ver con el acceso y las condiciones de trabajo. Más y mejor empleo en un país con exceso de jornadas sin fin  (que dicho sea de paso requeriría una intensa racionalización de los horarios de trabajo), con trabajos precarios, sueldos elevadísimos y salarios de miseria. En el que derogar la reforma laboral, recuperar el protagonismo de los convenios colectivos y fortalecer el papel de los sindicatos son medidas imprescindibles.

El reparto de la educación, para que la universalidad vaya aparejada a la calidad, desde los 0 años hasta la formación profesional y universitaria, de forma que pueda alcanzarse el viejo objetivo socialdemócrata de la igualdad de oportunidades, lo que requiere un mayor protagonismo y más medios para la enseñanza pública y una renovación a fondo de los programas y las metodologías educativas, profundizando y actualizando el camino iniciado por la LOGSE.

El reparto territorial, que tiene varios componentes, partiendo de una nueva redistribución de competencias y por tanto de financiación entre las tres administraciones públicas. Ello exige un reequilibrio que potencie las posibilidades de la administración local hoy relegadas y maltratadas; una nueva vía de financiación autonómica, que conjugue la solidaridad con el reconocimiento del principio de ordinalidad de la contribución de ingresos de cada territorio. El objetivo es conseguir que España este cohesionada socialmente y que la igualdad de derechos y deberes sea real, se viva donde se viva.

Un mejor reparto de las cargas fiscales, entre los diversos impuestos directos e indirectos, entre los impuestos al trabajo y las cargas de las empresas, profesionales y autónomos; la recuperación y mejor tratamiento de los impuestos al patrimonio y a los bienes de alto lujo; la aplicación de impuestos ligados a las actividades contaminantes o de elevada utilización de la energía. De forma que en base a una progresividad razonable, se haga realidad el principio democrático que quien más tenga más contribuya, sin caer en demagogias de tinte confiscatorio o que fomenten la deslocalización, la fuga de capitales o la “compra” de actuaciones contaminantes.

El reparto de los apoyos a los sectores productivos, priorizando las actividades con mas empleo estable, de calidad y no deslocalizable, con mayor valor añadido, con más proyección de futuro, con mejor  capacidad competitiva y de exportación, con  sostenibilidad energética;  o el fomento del crecimiento del tamaño y actividad de las pequeñas empresas. Todo ello requiere trazar una política industrial  a largo plazo, de la que hoy carecemos, un papel impulsor de la iniciativa pública y dar clara prioridad a la inversión en I+D+I. Es decir acabar, o al menos reducir sustancialmente, el capitalismo de casino, de privilegios, de prácticas monopolistas, del fraude, la economía irregular o la información privilegiada. 

Un reparto generacional algo más adecuado en las políticas sociales, hoy muy desequilibrado en las prestaciones y servicios y por tanto gastos, hacia las personas mayores, en detrimento de las políticas de apoyo a la infancia, a los jóvenes. El incremento y sobre todo la optimización del gasto social en los próximos años deben contribuir a la recuperación de la natalidad y de una mejor formación de los jóvenes. También el reparto más equilibrado en el acceso a los servicios públicos  y a las nuevas tecnologías de los casi 8 mil pequeños municipios de nuestro país.
   
Por supuesto el nuevo gobierno tendrá que influir activamente, con ideas claras, decisión y energía  en el reparto de poder político, económico y fiscal en el ámbito de la Unión Europea, en las reformas que se van a abordar en los próximos años.

Y por ultimo, pero decisivo, avanzar más y más deprisa en el reparto de los derechos y deberes de hombres y mujeres, en la educación, en el empleo, en la prestación de cuidados y en las tareas domesticas, en el acceso a las responsabilidades profesionales, empresariales y políticas.

Ante este panorama, surge inevitablemente la pregunta ¿Qué partido o coalición de partidos pueden afrontar mejor y más de acuerdo con los intereses de la mayoría de la población, estos decisivos retos de repartición de derechos y deberes? No soy de los que creen que Ciudadanos es un peligro, prefiero mil veces ese centro derecha al PP, pero no creo que su alianza, más o menos explicita, con el PP y ni siquiera con el PSOE sea la solución. Necesitamos una coalición de la izquierda, hoy tan fragmentada horizontal y verticalmente, con el PSOE, PODEMOS, e IU.

A mí ya se me van aclarando algo más las ideas. Es verdad que no hay “opciones mirlo blanco”, pero tampoco hay que ser masoquistas y como hay que mojarse, ya diré antes de la jornada de reflexión a quien voy a votar,