Si en el año 1963 a quienes caían
extasiados ante el “Freewhelin” de Bob Dylan, les hubieran dicho que el nuevo
genio de la canción protesta en un futuro iba a grabar “Autum Leaves” o “Some enchanted evening”, lo
hubieran considerado una blasfemia o una majadería sin fundamento alguno. Pues
ese día ha llegado.
Aproximarse al ultimo disco de Bob
Dylan, “Shadows in the night”, dedicado a éxitos interpretados por Frank
Sinatra en su primera etapa, requiere recordar que Bob lleva 50 años haciendo
lo que le da la gana y apetece, descolocando una y otra vez a sus seguidores
cuando no cabreándolos. Dylan es Dylan y pasó del folk y del blues más desnudos
al folk rock, después al country, al pop, al rock, a la música navideña….
No nos puede extrañar nada que ahora
recupere canciones que seguramente escuchó en su niñez y adolescencia, cuando
Sinatra era uno de los mayores ídolos de la juventud norteamericana. En su
libro, mas o menos autobiográfico, “Crónicas”, Dylan hace referencias a la música
que oía en la radio de su hogar familiar y a lo largo de su amplísima discografía
nos ha ido brindando sucesivas muestras de cuales son algunas de sus raíces y
gustos, desde el “Blue Moon” que tanto escandalizó a sus seguidores en aquel
provocador doble lp “Selfportrait”.
Y ahora Dylan, una vez más, tira por la
calle de en medio y recrea al otro gran referente de la música popular del
siglo XX. Y Bob que, dicho sea en términos gastronomicos, “deconstruye” sus propias canciones en cada ocasión que las
interpreta, de forma que nunca suenan
iguales, en esta grabación ni por asomo pretende hacer unas versiones canónicas
de estos standars sinatrianos, lo que por otra parte sería un vano intento dado
que Sinatra, el mejor cantante de la música
popular, es inigualable.
Por tanto es un disco muy especial, que en cierta forma recuerda al
que realizó en el año 2009 con música navideña, aunque con un sonido más
liviano, una mezcla de country antiguo y música popular de los años 40. Una música
que seguro que le hubiera gustado utilizar a Woody Allen de banda sonora de
alguna de sus películas clásicas como “Días de Radio”. Igualmente creo que a
Tom Waits le hubiera gustado grabar un disco parecido.
Es un disco que no entusiasma a la
primera escucha. Hay que oírlo una y
otra vez e ir encontrando la riqueza de matices tanto en la aparentemente
cascada voz de Dylan como en los tenues acompañamientos instrumentales,
básicamente acústicos, con un
protagonismo compartido entre la guitarra, el bajo, la steel guitar, un variado
surtido de instrumentos de viento y la
presencia tenue de la batería. Es un disco para bailar agarrados, desde luego
el único disco bailable de Dylan.
Son solo diez canciones, (35 minutos en
total) la mayoria realmente buenas, como “I´m a fool to want you”, “The night
we called it a day”, “That lucky old sun”, “What´ll i do” o “Some enchanted
evening” que Jay & The Americans convirtieron en un gran éxito a mediados
de los años 60 y por supuesto la versión de “Autum leaves”.
Aunque el disco ha levantado sus controversias
entre la critica musical y parte de sus seguidores, ha llegado al número 7 del
total de ventas en Estados Unidos y al
número 1 de los discos de rock (¡¡¡). A mi me sigue fascinando, aunque a menudo
me sorprenda y descoloque.
Y puede quedar una pregunta en el aire,
¿hará algún día Dylan un disco de versiones de The Beatles? Sería un crack, por
el momento disfrutemos con este “Shadows in the night” y ya veremos que nos
depara en el futuro el viejo y querido Bob.